[Esto es un fragmento de mi tesis en Marketing digital y Community Management aplicado a la industria del libro. No os esperéis gran cosa porque escribí mi TFM en una semana, pero creo que este fragmento os puede interesar y por ello decidí colgarlo].

Gutemberg pasó por múltiples fracasos antes de inventar la herramienta que iba a cambiar el mundo, y ni siquiera esto pudo evitar que muriera arruinado. La imprenta de tipos móviles fue inventada en 1450. Antes de la creación de Gutemberg, los libros se copiaban a mano o se imprimían mediante el proceso de la xilografía (cuyas placas de madera funcionaban como sellos y podían utilizarse para copiar una o dos páginas). La cantidad de placas que se requería para copiar todo un libro era ingente, mientras que la imprenta de tipos móviles de metal permitía que una sola plancha pudiera reproducir (recolocando los tipos) miles de libros distintos sin apenas desgaste. Gutemberg no solo inventó la imprenta: inventó los conceptos modernos de producción en serie, modularidad y abaratamiento de costes por producción en masa.

El libro perfecto para reproducir por este método era la Biblia (la famosa Biblia de Gutemberg) en vulgata editio, la edición del pueblo: la que cualquier persona alfabetizada podría leer en su casa por su bajo coste y por su traducción al latín llano.

El libro fue el primer objeto de consumo producido en serie y escalable de la historia.

¿Por qué ha dejado el libro de ser un producto de escala? ¿Ya no se lee?

En realidad, a pesar de la competencia en la industria del entretenimiento que representan, por ejemplo, las plataformas de streaming o las redes sociales, la población con un hábito de lectura ocasional y frecuente no ha dejado de aumentar desde 2010 hasta el 2021, con un incremento del 9%, según los datos de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España.

Además, esto ha venido acompañado de nuevas tendencias, como el ebook y el audiolibro.

La población sigue leyendo y, posiblemente, seguirá leyendo. Lo que ocurre es que, de la misma manera que cada vez más gente se suma al hábito de leer, cada vez se publican también más libros. Podemos entender esto como que la del libro es una industria saturada o como que la industria del libro se encuentra en un proceso de fragmentación, en el que se ofrece cada vez más oportunidades a nuevos escritores y editores (tanto a editoriales independientes como de auto publicación) y la tecnología también ha evolucionado en esta dirección, por ejemplo, con el método de impresión bajo demanda (print on demand), que ofrece la posibilidad de realizar tiradas más cortas o incluso de un solo libro.

Y, si en el siglo XX, un libro se consideraba un best seller a partir de las 20.000 copias vendidas, en la actualidad se considera que un libro ha entrado en la lista de los best sellers a partir de los 10.000 ejemplares. La mitad.

Como escritores, debemos preguntarnos: ¿Aspiramos a ser autores de best sellers? Como dicen, nunca digas de esta agua no beberé pero, en mi caso, en principio, no. La razón de esto es que mis aspiraciones giran en torno a escribir el mejor libro que yo pueda escribir. Y que la gente me lea. Dicho de otra manera: escribo porque creo que tengo algo que decir y este es el motivo por el cual quiero que la gente lea al Gerard auténtico que tiene algo que decir, en lugar de al Gerard superventas que pretende adulterar su contenido para vender más. Y este libro no será necesariamente el más vendido ni el que me hará rico.

Por supuesto que me encantaría diseñar un producto escalable al mayor número de copias posible, pero ese producto no sería un libro.

Aspirar a un mercado de nicho me proporciona libertad creativa: la que consiste en no tener que adaptar mi mensaje a la mayor cantidad de gente posible sino, volviendo a Seth Godin, escribir para ese grupo de convencidos.

¿Cuáles son tus objetivos como escritor o creativo?