Estimado escritor:
No voy a ser muy definitivo precisamente porque mi escritura se sustenta en la duda y en que todas las cosas pueden ser y no ser. Pero ahí te van unas cuantas ideas que no necesitas y que ya habrás oído y una que probablemente también has oído pero que no te vendrá mal que te repitan.
Trata de imitar a tus escritores favoritos y verás que ni siquiera así te pareces a ellos. Sin embargo, creo que deberías leerlos a menudo. Si no te acuerdas de nada luego, no pasa nada. Es algo normal.
Creo que no deberías usar muchos adverbios terminados en -mente. ¿Cuándo he seguido yo ese consejo? Pero es lo que dicen que debes hacer. No abusar de ellos.
Tampoco debes abusar de los adjetivos. Eso también lo dicen. Usa los justos.
Familiarízate con la lengua (como si la usaras cada día). Pero ya la usas ¿verdad? Entonces… ¿qué importa?
Familiarízate con la lengua que usas cada día, no con otra. Creo que deberías hacerlo así. Por una cuestión de practicidad.
¿Cuántas veces voy a repetir “creo” en este artículo?
Creo que no deberías usar demasiadas frases breves.
Creo que no deberías abusar tampoco de las frases largas. Yo cometo ambos errores, pero quién soy yo. A mí alguien me pidió por DM que, además de consejos para publicar, diera consejos para escribir. En realidad sé más de escritura que de publicación.
En abril se publica mi primer libro, por cierto. Lo publicaré una vez pero lo he escrito veinte veces. Sé más de escritura que de publicación, como decía.
Aprende a puntuar. Si no sabes, no pasa nada. En mi caso aprendí y cuando empecé a puntuar bien, lo dejé. Si no sabes, pídele a alguien que te ayude.
Todo este artículo está sustentado en recursos fáciles. Dicho de otra manera: no está bien escrito. La ironía es siempre un recurso fácil y, al fin y al cabo, yo soy irónico cada día. Pero no importa, porque solo quiero que este texto contenga UNA buena idea, que ayude a alguien, y es la siguiente
Sé honesto, en el sentido más profundo de la palabra. Da igual de lo que hables. La gran literatura está ahí. Siente el peso de tus propias palabras. Y si no las sientes, es que no lo estás siendo.
Tampoco lo vas a ser en cada párrafo, porque eso tampoco sería honesto. Hay una forma natural de decir las cosas.
Un día, con un amigo, estábamos sentados en dos mecedoras alrededor del fuego. Cada uno con su manta y tratábamos de arrimar los pies a las llamas, porque estábamos helados. (Yo estaba preocupado por sí se me derretían los calcetines de poliéster en la piel). Estábamos en una casa de fin de semana, con su novia y con sus dos hijos (un niño y una niña hermosos y la mamá estaba embarazada y el padre preocupado). De repente entendimos que había algo interesante ahí. Y nos repetimos en varias ocasiones “Es… lo que es”. Y aquello tenía algún significado más allá de las palabras. Siente tú también algo parecido y trata de hacer que tu lector también lo sienta.
Lo que aquello significaba es que estábamos entendiendo la realidad de un modo más profundo, pero seguía siendo la realidad: la misma que percibimos cada día.
La honestidad es un bien más preciado que la antimateria.
Con cariño,
Gerard
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¡Espero que hayas disfrutado este artículo! Soy Gerard Serra y me dedico a la escritura y la creación. Si acabas de terminar tu libro y necesitas una corrección o si necesitas asesoría en tu proceso creativo, puedes contactarme aquí.
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